La deuda externa es el dinero que un Estado debe:

  • A otro Estado (deuda bilateral). Estos créditos pueden estar condicionados a la compra de productos, equipamientos o servicios al país acreedor. En algunos casos, se han identificado cláusulas abusivas e imposición de condiciones que vulneran la soberanía de los estados.
  • A instituciones u organizaciones internacionales (deuda multilateral). Entre las entidades más conocidas se encuentran el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el BM (Banco Mundial), pero también figuran en esta categoría los diferentes bancos regionales de desarrollo como son el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Africano de Desarrollo, el Banco Asiático de Desarrollo y el Banco Europeo de Reconstrucción y Fomento.
  • A entidades privadas (deuda privada). Los bancos son los principales acreedores pero la falta de transparencia de sus datos impide saber el verdadero alcance de la deuda.

En el caso del FMI, el BM y otras instituciones multilaterales, el acceso a los préstamos está condicionado, en muchas ocasiones, a la aplicación de medidas de reajuste económico y de reforma de mercados laborales y del sistema de salud y educación.

Aunque la deuda externa se relaciona en muchas ocasiones a los países empobrecidos, hay que recalcar que es un concepto aplicable a los estados en general. El año 2013, y según datos del Banco Mundial, los 20 países más endeudados eran:

Ranking de los 20 países más endeudados del mundo (cantidades en millones de $)

Ranking País 2º trimestre de 2013
1 Estados Unidos 15.981.114
2 Reino Unido 9.343.087
3 Alemania 5.560.691
4 Francia 5.402.462
5 Luxemburgo 3.047.251
6 Japón 2.730.375
7 Italia 2.503.968
8 Holanda 2.406.699
9 España 2.240.016
10 Irlanda 2.142.450
11 Suiza 1.530.390
12 Bélgica 1.308.064
13 Canadá 1.306.432
14 Australia 1.235.542
15 Singapur 1.193.073
16 Hong Kong, China 1.067.198
17 Suecia 1.049.501
18 Austria 799.767
19 Federación Rusa 706.147
20 Noruega 698.895

Fuente: Base de Datos de la Deuda Externa Trimestral. Banco Mundial

Como se puede observar, los países más endeudados son países que se consideran desarrollados. Pero ¿no habíamos oído que la deuda externa era una deuda, principalmente, de países en vías de desarrollo económico? Efectivamente, la deuda externa se identifica mayoritariamente con los países en vías de desarrollo o países empobrecidos. Numerosas campañas internacionales evidenciaron que la deuda externa de estos países, y especialmente el pago de los intereses generados por la deuda, ahogaba cualquier posibilidad de desarrollo económico y social. La imposibilidad del pago de la deuda por parte de los países empobrecidos se explica, entre otras causas, por:

  • La cantidad de dinero que se debe de préstamos anteriores (históricos) que los países asumen.
  • Los intereses que genera la deuda son muy importantes; de hecho, el problema radica en los intereses que hacen inalcanzable el pago de la deuda y que obligan a los Estados a pedir más créditos, propiciando un círculo vicioso de endeudamiento.
  • La gestión dudosa del crédito por parte de las élites políticas y económicas de muchos países empobrecidos.
    La inexistencia de una situación política y económica que favorezca el desarrollo industrial o la implantación de proyectos inversores con valor añadido (y no únicamente la expoliación de los recursos naturales).

La deuda externa tiene una serie de etapas:

  • La primera etapa es el préstamo. En la década de los setenta, la economía de Estados Unidos y Europa pasaba por un período de recesión (balanza comercial negativa, grandes gastos estadounidenses por la guerra de Vietnam, crisis del petróleo, etc.). Los países periféricos también vivían momentos de crisis debido al incremento del coste del petróleo, el freno a la ayuda al desarrollo recibida de manos de los países ricos y el decrecimiento de la inversión extranjera. Las tasas de interés internacionales eran bajas por esta situación, y ello propiciaba un escenario ideal para que los países del Sur pudieran solicitar préstamos tanto a gobiernos como a entidades privadas como los bancos, que se convirtieron en prestamistas importantes. A finales de la década de los setenta y principios de los años ochenta, las tasas de interés subieron, y con ellas se incrementaron las deudas.
  • La década de los ochenta es conocida como la «década perdida» porque no se advierte la gravedad de la situación de la deuda externa de los países del Sur. El problema de la deuda externa radica en que los países deudores se ven obligados a solicitar otros préstamos para poder saldar la deuda que crece por los intereses generados por el préstamo inicial. Cerca del 50% de los pagos anuales de los países endeudados se destina a pagar los intereses. Los críticos de esta situación argumentan que la deuda externa es una deuda ilegal, inmoral e impagable, y que los países prestamistas han expoliado a los países empobrecidos endeudados, lo que implica que los países prestamistas también han adquirido una serie de deudas:
    • Deuda ecológica: por la explotación de los recursos naturales mundiales (sobre todo de países periféricos) y el uso arbitrario de los mismos.
    • Deuda social: por la explotación laboral de la mano de obra de los países pobres.
    • Deuda histórica: por el expolio que los países del centro hicieron de las colonias.
    • Deuda ilegítima: porque puede entenderse como una herramienta de dominio hacia los países endeudados.
  • En la década de los noventa, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional ponen en marcha un programa dirigido a los Países Pobres Altamente Endeudados (PPAE) que consiste en la demanda por parte de los organismos citados de que el país endeudado aplique ciertas medidas políticoeconómicas neoliberales en un período de tiempo determinado al final del cual puede solicitar la reducción de su deuda.

En resumen, la deuda es cuestionable desde la vertiente económica y ética. Y, especialmente grave es el pago de los intereses desorbitados generados por los préstamos, que condicionan negativamente el desarrollo de los países endeudados, ya que gran parte de los beneficios económicos procedentes de los préstamos se destinan a su pago. El acceso a préstamos para pagar los intereses de la deuda sale muy caro a los países pobres endeudados ya que deben asumir lo que se conocen como medidas de ajuste, por las que los países endeudados ven reducidos los presupuestos destinados a servicios sociales, educación, salud, alimentación, etc., y se incrementan, por tanto, los niveles de pobreza y desigualdad.